Entrenándose para vivir

Sabe de lo que habla. A pesar de llevar más de 30 años retirado del baloncesto profesional y dedicado a la medicina, el deporte sigue en su vida diaria. «Voy todos los fines de semana a caminar, hago unos 20 kilómetros. Y entre semana dedico dos o tres días a hacer tiro activo. Se trata de competir, pero sin tener que hacer un partido completo, con el que tendría más riesgo de lesiones a mi edad [tiene 57 años].

Consiste en hacer más canastas que otros, pero sin contacto, luchas contra el reloj o las barreras espaciales». Con este entrenamiento, aprovecha para seguir en contacto con algunos jugadores de su antiguo equipo, el Real Madrid. «Sí, entreno con José Miguel Antúnez, Enrique Villalobos o Fernando Romay, aunque este último viene menos, porque al final la altura pasa factura. Es más difícil vivir y transportar un cuerpo de dos metros que uno más pequeño». Y ante la pregunta de si alguna vez ha sentido celos de esos jugadores, lo tiene muy claro: «No, nunca tuve envidia de los altos. Es lo bueno que tiene el deporte, que cada uno tiene una función y una utilidad. El criterio no es ser el mejor de todos, sino el mejor en función de tus capacidades».

Por eso defiende tanto el deporte y el ejercicio y eso es precisamente lo que quiere conseguir con este centro, un medio para mejorar la actividad física de cada persona y con ella su funcionalidad y calidad de vida. «Se trata de unir medicina pura, como la cardiología, la traumatología o la rehabilitación, y especialidades más amplias como la genética o la psicología». 

La idea es hacer una valoración médica al paciente para determinar su riesgo genético cardiaco y descartar que tenga una propensión natural a sufrir alguna patología cuando practique un deporte. «Hay que tener en cuenta que el deporte es un elemento estresante, y tenemos que estar seguros de que la persona está en las mejores condiciones para soportar esa carga de estrés». Posteriormente, se le realiza un test de elasticidad, potencia y capacidad aeróbica para planificar un programa individualizado de entrenamiento. 

Así, deportistas profesionales y amateurs pueden acudir a este instituto para tratar algún problema o conocer el tipo de entrenamiento que pueden realizar para evitar lesiones. Pero, tal y como señala Corbalán, en ellos no se limita su trabajo, «nuestro equipo también está orientado a entrenar a quienes no han practicado ninguna actividad física y que, por una enfermedad o accidente, tienen que recuperar su forma física, por ejemplo tras un ictus. Muchos de ellos tienen que aprender a hablar, de ahí la labor de nuestros logopedas, o a comer. Hay que pensar que todo eso es una forma de entrenar, como yo digo, un entrenamiento para la vida».

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