El modisto de Lady Gaga se ha aburrido de ganar dinero

Thierry Mugler se ha pasado al cabaret. El enfant terrible de la moda de los 80 se aburría de ganar dinero con su perfume Angel –número tres de las fragancias más vendidas en la historia– y de cosechar éxitos como diseñador que fijó el canon estilístico de Lady Gaga. Así que, a los 65 años, el couturier alsaciano se ha liado la manta a la cabeza y ha estrenado en el Teatro de la Comedía parisino un espectáculo titulado Mugler Follies.

Como dice el diario Le Parisien, "Follies [por ‘locura’] es la palabra que define este proyecto, porque a nadie se le ocurriría a estas alturas lanzar un espectáculo de variedades a competir en el París de 2013 con los grandes clásicos del género". Pero el diseñador –que, en su nueva faceta de escenógrafo, pide ser llamado Manfred T. Mugler– no parece tenerle miedo a la competencia de los muy turísticos Moulin Rouge, el Lido o el Crazy Horse.

"Me he puesto en pie de guerra contra los clichés. Quiero volver a la esencia de la revista: alegre, libre, sensual, sensorial e interactiva", declara el modisto que, desde hace meses, no es más que asesor del grupo textil que lleva su nombre. En esta nueva etapa, el metamorfoseado Manfred T. recupera su amor primigenio por la danza, que le llevó a estudiar ballet, así como su vocación frustrada de director teatral, a la se había dedicado puntualmente en el pasado, colaborando en el Zumanity del Cirque du Soleil en Las Vegas o en la penúltima gira de Beyoncé.

"Cuando trabajaba en la moda, mis desfiles ya eran auténticos shows y los maniquíes eran los personajes de una película que yo dirigía", añade. En consecuencia, el público reconocerá la impronta Mugler en muchos detalles del show, empezando por las Muglerettes, que salen a escena vestidas en cuero negro. ¿Quién sino él podía imaginar a unas chicas de revista transmutadas en hormigas?

Los 25 artistas –bailarinas, acróbatas, ventrílocuos, magos– que desfilan por el entarimado están arropados por la música de una orquesta en directo y efectos especiales en 3D. "Se trata de un homenaje a la bestialidad divina, a esa faceta animal de la humanidad. La línea roja es el relato de una metamorfosis", se entusiasma el diseñador.

Para la ocasión, la sala Art Deco del Teatro de la Comedia ha sido reformada y su patio de butacas acondicionado para albergar mesas donde el público pueda cenar y tomar copas durante la representación. Aunque el local se halle en la zona de Strasbourg-Saint-Denis, algo lejos del circuito turístico, Mugler confía en atraer a la clientela capitalina iniciada y al público foráneo.

Mugler Follies narra la peripecia de una joven cuyo sueño es convertirse en equilibrista. Evocando el ambiente onírico de sus más celebrados desfiles, el modisto ha concebido su debut cabaretero como una fábula donde la protagonista vive situaciones inesperadas y tiene encuentros con personajes insólitos, en un carrusel que describe como "visual, sensorial y con la imprescindible carga erótica".  

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