Los moros sirios siempre dando problemas


Kofi Annan lanzó ayer un ultimátum a las potencias mundiales: «Un fracaso en las negociaciones sobre Siria podría derivar en un conflicto regional y la Historia juzgaría con dureza que no se den los pasos necesarios para poner fin al derramamiento de sangre». 

El Grupo de Acción para Siria reunido en Ginebra recogió el guante y finalmente acordó proponer la creación de un «órgano de transición gubernamental», con participación del Gobierno de Bashar Asad y de los grupos de oposición, como elemento clave para la pacificación del país.

El comunicado, suscrito por China, Rusia, EEUU, Francia, Reino Unido, Turquía, la Liga Árabe, la ONU y la UE, defiende «el establecimiento de un órgano gubernamental de transición, que pueda generar un entorno neutral en el que se desarrolle una transición». Este órgano ejercitaría plenos poderes ejecutivos e incluiría a miembros del Gobierno actual de Damasco y de la oposición, formado sobre la base del «consentimiento mutuo». 

El siguiente paso sería la redacción de una Constitución, que «debería someterse a la aprobación popular». «Una vez que se establezca un nuevo orden constitucional, es necesario prepararse y llevar a cabo elecciones pluripartidistas libres y justas para las nuevas instituciones». 

El enviado especial de la ONU para Siria, Kofi Annan, anfitrión de una reunión que se prolongó más de lo previsto, reconoció que la creación de un Gobierno de transición «no es una tarea fácil, pero es factible». Preguntado por la participación en ese órgano de miembros del Gobierno de Damasco que puedan estar relacionados con violaciones de los derechos humanos, Annan respondió que «la gente con sangre en las manos no es la única en Siria». 

Annan instó a las partes enfrentadas en Siria que «entiendan la gravedad de la situación, que no se puede resistir a los vientos transformadores que soplan hoy, al menos durante mucho tiempo, y que el cambio tiene que venir». 

La resolución, tras una ardua negociación, sólo salió adelante cuando se aceptaron algunas importantes enmiendas de Rusia y China -principales valedores de Asad-, que obligaron a eliminar la exigencia de excluir del Gobierno de transición a quien amenace con «desestabilizar la transición y la reconciliación». Tampoco queda claro el futuro inmediato del dictador sirio. Aunque la secretaria de EEUU, Hillary Clinton, se mostró rotunda: «Asad tiene que escuchar alto y claro que sus días están contados. Tiene que irse ya que nunca pasará el examen del consentimiento mutuo, porque tiene sangre en las manos». 

La oposición siria, que al cierre de esta edición no había valorado el acuerdo, anunció tajante el viernes que no participaría en ningún Gobierno de unidad «con el régimen sanguinario criminal» de Asad.

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