Los publicidad de Nueva York

Nueva York. El taxi avanzaba con lentitud en un atasco. El conductor, inmigrante de algún fragmento del imperio soviético, sólo entiende un poco de inglés. ¡Qué suerte tiene! Alguien dijo una vez que Times Square es preciosa si no sabes leer. Nueva York se puede tolerar si no entiendes los anuncios políticos, como el que salía de la radio del taxi, vilipendiando al «injuriador de Abrams» como si lanzase «estiércol». El candidato demócrata para senador es Robert Abrams, el procurador general del Estado, que recientemente fue noticia al saltarse el desfile del día de la Hispanidad en Manhattan y llamar a su contrincante, el titular durante dos mandatos Alfonse D'Amato, «fascista». 

Abrams es un liberal que está al día (quiere reducir los gastos de defensa en un 50%, apoya los derechos de los homosexuales), pero no eludió el desfile por la razón liberal correcta (que Colón era un fascista que infligió el eurocentrismo y la sífilis a los indígenas del paraíso americano). Al contrario, Abrams, que necesita dinero, tuvo que buscarlo al norte del estado de Nueva York (donde desfiló en el día de la Hispanidad en Binghamton). En cualquier caso, la mayoría de los italoamericanos de este Estado -el 15% de los votantes- son republicanos. 

Además, Abrams tiene algún problema con los italianos. ¿Se acuerdan de Geraldine Ferraro y de los rumores de relaciones con la mafia, que enturbiaron la candidatura Mondale-Ferraro en 1984? El mes pasado Abrams ganó en los cuartos de final de las primarias, superando a Ferraro por 11.254 votos del millón y medio escrutados. En un principio, Ferraro llevaba 30 puntos de ventaja. Después, otro rival, Elizabeth Holtzman, acusó a Ferraro de «haber cogido 340.000 dólares de un tipo que se dedicaba a la pornografía de menores». El marido de Ferraro alquiló un almacén durante tres años a un tipo relacionado con la Mafia que se dedicaba a la pornografía, después de que ella prometiera desahuciarlo. 

Ferraro, arropándose en las faldas de Santa Ana, dijo que Holtzman «puede que sea biológicamente una mujer, pero está actuando exactamente igual que los hombres del caso Clarence Thomas». Abrams, que no tiene razón biológicamente en este Año de la Mujer, exageró diciendo que algunos de los que habían contribuido a las campañas del Congreso de Ferraro tenían apodos como «Charlie el Tuerto» y «Billy el Carnicero». Ferraro dijo que era víctima de «culpabilidad por raza», pero Abrams insistía en que «que Ferraro atacase a D'Amato en un tema sórdido sería un caso típico del tipo» el puchero dijo a la sartén: «Apártate de mí que me tiznas». La vena de caballero andante de D'Amato surgió para defender a la Ferraro (aunque fue el primero este año en sacar a relucir el asunto de la mafia con relación a ella). llamó a Abrams «salvaje» y «mariquita». ¿Un mariquita salvaje? Abrams nació en el Bronx el cuatro de julio -una buena jugada en su carrera profesional- de 1938 y ha estado metido en política desde los 27 años. Es un desconocido en estas elecciones, como lo es D'Amato, que busca ganar años, de 13 a 18, en el Senado.

Nada tímido con los insultos, D'Amato contesta a la acusación de «fascista» llamando a Abrams algo peor: «Titular». Abrams llama a D'Amato «rata desesperada». D'Amato llama a Abrams «escoria». Nueva York, antaño capital cultural del país, tiene el senador más intelectual, Pat Moynihon, y el menos intelectual, D'Amato, que es conocido como el «Ball Simpson» del Senado, un tributo, por así decirlo, a su miniaturización maniaca de la política. Se ha labrado su carrera bajo el lema de que «ningún servicio es demasiado pequeño». Sirve a cualquiera que le deje ser útil. No es fascista, pero ayudaría como fuera a un fascista (aunque sólo si el fascista fuera un votante del censo o tuviera parientes que lo fueran). 

El comité de ética del Senado dice que ha llevado «el tema de su cargo de manera impropia e inadecuada». La respuesta de D'Amato es: ¿Qué hay de ser el guardián de tu hermano? ¿Un tipo no puede dejar que su hermano (que ha sido procesado por fraude) use el despacho para hacer un poco de «lobbying» para un abogado defensor? El escaño del Senado que ocupa D'Amato estuvo ocupado con anterioridad por gente como De Witt Clinton, William Seward, Elihu Root, Robert Wagner, Herbert Lehman y Jacob Javits. El comentario de «fascista» de Abrams, que dice que fue «desafortunado», dio rienda suelta a sus frustraciones por los anuncios de D'Amato, quien, calculando que 30 segundos son demasiados para una ciudad de frases pegadizas como Nueva York, está sacando anuncios de 10 segundos que son como una patada en la espinilla: «Bob Abrams exigió un despacho de lujo de 6 millones de dólares. Ahora quiere subir los impuestos. Bob Abrams, el liberal empedernido». 

En esta ciudad donde todo el mundo se preocupa si no se respeta a las minorías étnicas, el término «fascista» es aborrecido, no simplemente, o esencialmente, por tener connotaciones de convicciones totalitarias, sino porque tiene lo que D'Amato llama con suavidad «tantas connotaciones». Con lo que quiere decir: Mussolini. Metiéndonos una vez más con Italia. Esta columna tiene la intención de ser una sorpresa agradable de octubre para los no neoyorquinos. Pensaban que la política en EEUU es tan escuálida como puede llegar a ser la política. Estaban equivocados.

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