Pañuelos manchados de sangre

La investigación insiste en esos terrenos desafiando incluso el pronóstico del propio Bretón, que en el primer registro, en un descuido de la Policía, dijo a su abogado que no se «preocupara, que no encontrarían aquí absolutamente nada».

La misma confianza se halla también entre los Bretón. El 20 de octubre por la mañana, la madre llama a su hijo Rafael: «Que ya lo de las Quemás (Las Quemadillas) estaba descartao». Rafael responde: «Sí, si eso… mamá, eso lo sabía yo desde el principio».

Frente al desconcierto de la investigación y la angustia de una madre, José Bretón sorprende a la Policía por su «tranquilidad, no parece preocuparle nada de lo que se está haciendo», manifiesta uno de los funcionarios del registro del 10 de octubre. Así lo declara: «Se muestra frío y dice que estamos perdiendo el tiempo. Le preguntamos: "¿Cómo estará Ruth?". Y responde: "Ruth es una hija de puta, lo digo aquí, lo digo delante de un juez y donde sea"».

El 11 de octubre, en un nuevo registro, José «habla muy mal de Ruth, saca él el tema. La tiene como un objeto sexual. Dice varias veces: "Soy el que paga y aquí se folla todos los días, tanto si ella quiere como si no". A la hora de la cena, la Policía lleva unas pizzas. José se anima y saca un radiocassete. Entra en la casa, encuentra una cinta de sevillanas y dice que eso no lo ponía porque le traía malos recuerdos. Cuenta que hace unos días fue a un club de noche, al PK2, que pagó 20 euros por entrar y 60 por un servicio, todo en plan jocoso. A las 02:00 h. va al baño y trae una botella de vino con copas. Sigue hablando mal de Ruth y repite: «En la calle soy un mierda, pero en mi casa mando yo».

El 17 de octubre, el día antes de ser detenido, se procede a un nuevo registro. Un policía le pregunta: «¿Están aquí en la finca los niños?». Y él sólo dijo: «Cerca». A lo que sumó después un «detenedme ya».

Así lo hicieron y al mes, la Policía encontró ADN de la pequeña en tres de los 13 objetos intervenidos del coche de Bretón. Exactamente: «Sangre que manchaba uno de los pañuelos de papel. En restos orgánicos en el otro pañuelo de papel. Y en el frotis del gollete de una de las botellas de plástico de agua… Así como ADN del pequeño José en el frotis realizado de la superficie del rollo de cinta americana».

Para quienes han investigado siete meses, el lugar de los hechos es claro: «Las Quemadillas». Porque así, «con frialdad», pudo «ejecutar un plan preestablecido», «con independencia e intimidad». Pudiendo así «tomar las precauciones necesarias para consumar su propósito y asegurar su impunidad». «Además, se preocupó de no dejar indicios aparentes que pudieran revelar sus maniobras y mostrar su implicación en los hechos», reza la «hipótesis más probable».

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