Las protectores de animales contra la matanza del cerdo en los pueblos
La localidad vallisoletana de Palazuelo de Vedija revivió ayer su tradicional rito de la matanza del cerdo, que desde hace 10 años se ha convertido en toda una fiesta folklórico gastronómica.
Los habitantes de este municipio, considerado como el de los marraneros, esperan que la Junta de Castilla y León declare esta fiesta de la matanza de Interés Turístico Regional.
En este sentido, el alcalde de la localidad, Salvador Fernández, explicaba a este periódico que por parte del Ayuntamiento se ha aprobado en pleno la petición y ya se han comenzado los trámites.«En los próximos días se remitirá un completo expediente en el que se acredita la popularidad de este rito», asegura.
En los últimos años algunas denuncias de las sociedades protectoras de animales ha obligado a los organizadores a no matar en público al gorrino porque «tuvimos algunas denuncias y no hemos querido complicarnos», asegura el alcalde.
No obstante, una vez que el cerdo es traído hasta la plaza del pueblo se preparan todos los utensilios de los que se servirán los matarifes.
«Lo primero que se hace es cubrir al cerdo con una extensa capa de paja que se prenderá para eliminar todo el pelo», exclama un anciano que sigue muy atento a la colocación del cerdo en el suelo. «Se le debe poner con las patas para afuera para que se queme bien», comenta.
Una vez que las llamas han chamuscado bien la piel de la hembra de más de 120 kilos que este año ha comprado el Consistorio, los dos matarifes raspan bien toda la superficie del cerdo y arrancan al animal las pezuñas, también llamadas chitas, que según exclama una de las mujeres del público que observa la faena, «antes también se comían, y tan ricas que nos sabían».
Preparado ya el animal, es colocado en un viejo banco de madera usado tradicionalmente para tal fin. El matarife lo abre en canal y extrae todas las vísceras, algunas de las cuales serán aprovechadas para el consumo humano.
A continuación, en una escalera se cuelga a la marrana de los cuartos traseros para proceder a su limpieza y destazado.
De ahí, ya sólo restará su secado durante al menos 24 horas.«Aquí decimos que hay que ponerlo a orear, para luego ya poder separar los lomos, los jamones y, lo más importante, poder disfrutarlo en la mesa», explica entre risas un vecino de Palazuelo de Vedija.
El ritual de la matanza del cerdo ha concluido, pero la fiesta no ha hecho más que comenzar en el pueblo.
Los bailes tradicionales a cargo del grupo de danzas regionales 'Los vacceos', de Cigales, se suceden en la Plaza Mayor, junto al monumento erigido en honor al marranero.
Mientras; vecinos y curiosos se agolpan en torno a las grandes planchas donde se están cocinando algunos productos tan típicos del marrano como el chorizo y el lomo, entre otros.
En la mente de todos los presentes está el que el próximo año este festejo haya sido declarado por la Junta de Castilla y León de Interés Turístico Regional, «algo que vendría a dar un enorme impulso y mucha publicidad fuera de nuestras fronteras a esta fiesta que forma parte de nuestra cultura local», asevera el primer edil de Palazuelo de Vedija, Salvador Fernández.
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