Son los únicos tiempos que tenemos

Por sus venas corre la sangre de nueve generaciones de cómicos. Llega escoltado por una amplia sonrisa, acompañado de la calma que rezuman los de su tierra y una cierta cadencia tanguera, ésa que desenmascara a los bonaerenses allá donde se acomodan. Se expresa de una forma lenta, segura y armoniosa. Escucha con atención, mantiene los silencios de una manera casi estudiada, como si necesitara unos segundos para estructurar las respuestas. 

Tras el éxito de El diario de Adán y Eva y Por el placer de volver a verla, Miguel Ángel Solá regresa a las tablas con Como por un tubo, «una comitragedia en un acto que cuenta una historia de amor por teléfono». 

Sí, Solá se sube a las tablas, pero sin su pareja de los últimos años. Cambia a Blanca Oteyza por Graciela Baquero, Daniel Giménez, Carlos Morera y Enrique Quintanilla, sus compañeros de reparto. A pesar del cambio, no cree que Como por un tubo sea un cambio radical respecto a sus trabajos anteriores. Para empezar porque de nuevo se deja llevar un el teatro de texto, por el arte sin recursos. «Es lo que hay, es el teatro de mis posibilidades, no tenemos cifras fabulosas para publicitar». 
Como por un tubo habla entre risas del desahogo del desamor, de la soledad, del rencor. «Es la manera de aflojar [relajar] a la gente y que no tenga miedo del teatro. Necesito mover las emociones, la inteligencia, las ganas de vivir del público. Yo creo que el teatro tiene que remover». 

¿Malos tiempos para eso? 
«No, no son malos tiempos. Son buenos tiempos, son los únicos que tenemos, los que nos ha tocado vivir. Es preferible jugar a quedarse quieto esperando la ejecución». 
En las tablas no hay quien baje de los 50 años, una apuesta arriesgada ahora que están de moda las funciones con rostros jóvenes. El escenario de Como por un tubo está repleto de madurez interpretativa. «Somos amigos maduros. Yo tengo 62 años, nosotros ofrecemos a la gente honestidad creativa, diversión, buena poesía, buena música y buenos textos». 

Seis funciones, una a la semana, parece algo así como una especie de ensayo general para luego enraizarse al escenario como nos tiene acostumbrados. «Es lo que intentamos, siempre ha sido así. Con El diario empezamos así, sin un centavo, sólo con el vestuario y la escenografía. Al final estuvimos cuatro años y medio. Nadie lo quería, porque no lo entendían, tardamos tres años en ponerlo en escena. Por el placer de volver a verla, a pesar del éxito de Adan y Eva, también costó. Tardamos dos años en ponerla en escena y estuvo dos años y medio en cartel». 

Ahora, confiesa que salen con la buena voluntad del público. «Lo nuestro es una cooperativa igualitaria en la que cada uno aporta lo mejor que sabe hacer. Este espectáculo, en concreto se lo debemos a Daniel Giménez que además de su trabajo se encargó de hacer todo el montaje de luces».

Solá va a coincidir actuando mientras dirige a Blanca Oteyza en el Teatro Fernán-Gómez en Antes te gustaba la lluvia, obra que interpreta junto a Sergio Otegui. «No es algo simultáneo, yo dirigí Antes te gustaba la lluvia entre los meses de septiembre, octubre y parte de noviembre. La obra ya estaba puesta y profundizada en la tercera semana. Es una historia difícil, de texto y muy dura, pero ellos son dos actores generosos que se dejan la vida en el escenario. Tiene menos humor que Por el placer, tiene mucha emoción, porque el tema es fuerte, es la historia de una pareja que se reencuentra después de 12 años. Se separaron al vivir una tragedia, uno se encerró y huyó al pasado y el otro huyó hacia al futuro, pero entre ellos ha quedado la memoria». 

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